Los procesos de cambio social y la crisis económica han hecho aumentar la pobreza y la exclusión social. La sociedad actual es cada vez menos cohesionada y menos justa.

Por ejemplo, ¿Cuántas personas conoces en situación de desempleo? ¿O con dificultades para acceder a una vivienda? ¿O para acceder a servicios básicos como alimentos, agua o electricidad?

Estas son algunas de las situaciones de desventaja social que tristemente forman parte de nuestro entorno más inmediato y que nos llevan a formular las siguientes palabras: exclusión social, es decir, el resultado de un proceso dinámico de acumulación y combinación de factores varios de desventaja, vinculados a diferentes aspectos de la vida, en el que pueden constar los siguientes ámbitos:

  • Económico: pobreza
  • Laboral: situación de desempleo, precariedad laboral
  • Residencial: no tener acceso a una vivienda, personas sin hogar
  • Formativo: nivel formativo insuficiente, analfabetismo
  • Sociosanitario: discapacidad, enfermedades, vejez frágil
  • Relacional: falta de redes familiares y comunitarias

A nivel individual, las personas que sufren exclusión social son mucho más propensas a sentirse al margen y en situación de inferioridad; y tienen más tendencia a sufrir problemas de tipo psicológico como depresión, ansiedad, desorientación; así como problemas físicos relacionados con la desnutrición, las afectaciones en la salud y la esperanza de vida, entre otros.